lunes, 19 de octubre de 2009

Chile y su rumbo equivocado


Una de las cosas que más me sorprende de mi país es ese talento que tenemos lo chilenos para mirarnos el ombligo y creer que hemos visto todo el mundo. La falta de dudas, de interrogantes, de suspicacias y de críticas que tiene la mayoría de los chilenos hacia el futuro esplendor que espera a nuestro país es la mejor muestra del peligro que se puede correr al creer ciegamente en Chile. La ausencia de los señalados elementos es directamente proporcional al desconocimiento que los chilenos tienen de otras realidades, principalmente la de nuestros vecinos.
Es increíble que la mayoría de los ciudadanos aún crea cuentos que escuchamos hace 50 años y que hoy escucho de boca de la mayoría de los candidatos a presidente, como el que Chile será una potencia agroalimentaria y que es necesario proteger la producción interna de la abusiva (pero más barata) competencia extranjera. La subida de aranceles a la leche uruguaya y argentina nos recuerda las medidas absurdas que diferentes gobiernos han tomado a lo largo de la historia para tratar de sustentar una actividad para la que nuestro país no ha nacido. Desde hace años me he preguntado por qué los chilenos estamos obligados a consumir azúcar de remolacha de mala calidad cuando tenemos de vecinos a grandes productores de azúcar de caña. Basta ver la blancura, suavidad y calidad de la harina brasileña para preguntarse por qué seguimos produciendo nuestra negra y áspera molienda. No es necesario hablar de las diferencias en la calidad de la carne argentina, uruguaya y paraguaya con la nuestra, para preguntarse cuál es la utilidad de mantener la producción bovina en nuestro país. Así podríamos seguir hablando de los cereales, el aceite, la soya y todos los demás productos que tanto en "el granero del mundo" como en "o pais mais grande do mundo" brotan de manera casi espontánea.
Nada justifica que sigamos produciendo mercancias de manera artificial para sustentar a un grupo de productores que poco o nada influyen en nuestro PIB, cuando podemos importar esos productos a precio mucho más barato y de mejor calidad. Es tan absurdo como ponerse a producir vino en Escocia o Escandinavia y establecer barreras arancelarias para el vino argentino, californiano o chileno.
Lo paradójico es que siendo vecinos del Mercosur el mayor productor de alimentos del mundo, todas las medidas en la política económica de los últimos gobiernos apuntan a un mayor distanciamiento de ese bloque aduanero. Aunque lo que reviste mayor gravedad es que una gran parte de nuestra élite política y de nuestra ciudadanía mira con desprecio a nuestros países vecinos y ha llegado a autoconvencerse de que estamos mejor que esos países, por lo que unirse a proyectos como el Mercosur (o de mayor relevancia comercial) no resulta atractivo, dado que Chile debe aspirar a relacionarse con sus nuevos pares: Europa, E.E.U.U. y Asia.
Esto está directamente relacionado con otro de los mitos asumidos por la mayoría de los chilenos: "Que estamos próximos a entrar al desarrollo". Así Ricardo Lagos y la Concertación se atrevieron a prometernos que estos sucedería para el año 2010, señalando que creceríamos a índices de 7% y que alcanzaríamos un ingreso per cápita similar al de Portugal. Al 2009 estamos a casi U$ 13.000.- de diferencia con el ingreso per cápita luso.
Lo más preocupante es que Brasil y Argentina (incluso en sus perores años de crisis), pese a tener una renta per cápita inferior a la de Chile (debido a sus enormes cantidades de habitantes) cuentan con un PIB que está muy por sobre el nuestro, tanto en el PIB nominal como en el PIB (PPA), siendo ambos países además parte del G-20.
Habrá que observar como el próximo presidente enfrenta la dura realidad de tener un PIB pequeño, basado en la monoproducción de cobre, alejado de sus gigantes vecinos y endeudado a futuro por un falso sistema de protección social otorgado por la demagogia de nuestros gobernantes.

Buena suerte para el que gane y los que puedan emigren...