viernes, 20 de noviembre de 2009

Fukuyama... a 20 años del Fin de la Historia


Hace 20 años, en el verano norteamericano de 1989, Francis Fukuyama sorprendía al mundo con su artículo "El Fin de la Historia", en el cual sostenía que Hegel tenía razón al afirmar que la historia había finalizado en 1806, debido a la ausencia de avances políticos escenciales después de la consolidación de los principios de la Revolución Francesa que se producía con la victoria de Napoleón en la batalla de Jena. Fukuyama señalaba que la caída de los socialismos reales en 1989, había ahondado más aún ese concepto hegeliano estableciendo una convergencia más amplia hacia la democracia liberal.
El controvertido artículo de Fukuyama generó una serie de críticas y polémicas dándole fama mundial a este politólogo que hasta ese momento dictaba cátedra desde artículos de prensa. La ola de críticas llevó al autor a publicar su teoría con algunas modificaciones en el Libro "El Fin de la Historia y el Último Hombre" de 1992, en el cual hacía una revisión crítica a sus postulados de 1989 señalando que el fin de la historia no se puede producir sin que se produzca el fin de la ciencia.
Fukuyama ha sostenido que hay dos obras escenciales en el porvenir del hombre y su historia: "1984" de George Orwell (1949) y "Un Mundo Feliz" de Aldous Huxley (1932). Sobre la obra de Orwell afirma que acertó con la visión del Gran Hermano y la telepantalla -la cual se vio materializada en nuestro internet- y que se equivocó en el miedo al poder centralizado por el Gran Hermano a través de la tecnología. Afirma que en realidad se produjo todo lo contrario, que la internet y en general todas la TICs (Tecnologías de la Información y Comunicación) permitieron que el Gran Hermano fuera controlado por nosotros, los ciudadanos del nuevo mundo demócrata liberal.
No sucede lo mismo con la obra de Huxley, que acertó sobre los avances tecnológicos en medicina, química, genética y biotecnología en general, avances que recién están comenzando en la larga historia de la humanidad y que son los que nos pueden llevar al verdadero fin de la historia si no sabemos controlarlos, manejarlos, respetarlos y temerlos.
Fukuyama, a mi juicio, tiene una serie de análisis errados producto de la prepotencia intelectual de quienes se saben líderes de opinión. El menosprecio por el Islam como cultura, la despreocupación por la cultura latinoamericana (entendiendo que es parte de la cultura occidental y asimilándonos a Europa y Norteamérica) y el desconocimiento de la antropología de oriente lo llevan a pensar que realmente hay carencia de conflictos, revoluciones y avances políticos escenciales en un mundo que aprecia como unitario, pero que es más heterogéneo de lo que parece. Nada asegura que en latinoamérica no se produzcan nuevas revoluciones (incluso con nuevos postulados y creencias) o que el Islam salga de su Edad Media y viva su Renacimiento. Nadie puede asegurar que no resurjan los socialismos reales o las ideas nacionalsocialistas. Tampoco se puede relativizar el que las sociedades orientales sean más carentes de revoluciones sociales, ya que en cualquier momento éstas se pueden producir.
No obstante Fukuyama tiene el gran mérito de acertar en el análisis de que existe un desgaste -tal vez irreversible- de la cultura occidental (judeo-cristiana), producido principalmente por una crisis moral y valórica. Esta visión acertada es la que llevó a Fukuyama a centrar el porvenir del hombre oocidental en el estudio y el control de la biotecnología y a debatir sobre el porvenir del ser humano para no terminar como los personajes de Huxley: viviendo en un mundo feliz, pero sin felicidad producto de haber perdido la escencia de nuestra humanidad.
Sin duda Francis Fukuyama es uno de los grandes pensadores de nuestros días, siendo lectura escencial para quienes nos consideramos ciudadamos de la aldea global.