Conversando con un amigo hace unos días me contó que estaba leyendo libros de los ganadores del Premio Nobel de Literatua. Mecánicamente y sin mucho entusiasmo me mostró su último libro de cabecera: La Muerte en Venecia de Thomas Mann. Inmediatamente sobrevinieron los comentarios de ambos sobre esta obra y principalmente sobre La Montaña Mágica.
Camino a casa, recordé que por mi parte también yo estaba leyendo a un ganador del señalado premio, claro que en mi caso se trataba de un autor mucho más contemporáneo y de lengua portuguesa como José Saramago. El Hombre Duplicado se llama el libro que actualmente tengo bajo lectura y si bien no es tan conocido como El Evangelio según Jesucristo o Ensayo sobre la ceguera, entretiene a pesar del modo tedioso y enredado en que Saramago entrega sus obras.
Así lentamente llegué a la conclusión de que este año he leído autores (la lista es larga, siendo los más disfrutados, Vargas Llosa, Camus, Sábato y Carlos Fuentes) que en opinión personal no tienen nada que envidiarle a Saramago o más aún son incluso mejores, pero que sorprendemente no han ganado el Nobel.
Es así como me ha surgido la duda de cuales son los criterios que utiliza la Academia Sueca para entregar los señalados galardones y si el proceso de selección sigue el estandar impuesto por Alfred Nobel en su testamento, esto es: premiar a "quien haya producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección ideal". El legado del testamento es clarísimo, no se deberían premiar ni trayectorias, ni logros políticos, ni defensa de ideologías, sino simplemente obras maestras de la literatura.
Y he aquí la paradoja de los 105 ganadores del Premio Nobel de Literatura algunos tienen más que bien ganado ese lugar entre los más grandes literatos de todos los tiempos, habiendo conseguido algo muy importate en la literatura como es el traspasar fronteras, épocas y generaciones, pudiendo mencionar entre ellos a Rudyard Kipling, Rabindranath Tagore, Thomas Mann, Luigi Pirandello, T. S. Eliot, Hermann Hesse, Ernest Hemingway y Albert Camus.
Pero quién puede justificar que Noruega cuente con 3 galardonados y que dentro de estos tres no se encuentre Henrik Ibsen. ¿Quién me puede asegurar que Neruda es mejor que Benedetti?¿Quién podría justificar la ausencia de Franz Kafka? ¿Qué pasó con Leon Tolstoi? ¿No son verdaderos clásicos de la humanidad las obras de Orwell? ¿Por qué está Gabriela Mistral y no está Alfonsina Storni? No se si Octavio Paz es mejor literato que su compatriota Carlos Fuentes. Tampoco se si García Márquez es mejor que Vargas Llosa. ¿Es mayor aporte a la humanidad la obra de teatro Pigmalión de George Bernard Shaw que la novela Sobre Héroes y Tumbas de Ernesto Sábato? ¿Dónde está el Nobel para Cortázar? La ausencia de Borges producto de su encuentro con Pinochet es simplemente absurda.
Al parecer para la Academia Sueca priman directrices muy distintas a las deseadas por el testador. Priman directrices de orden político o prima el lobby que un determinado escritor puede tener a su favor. Sólo esto puede explicar galardones tan absurdos como el de Nadine Gordimer (que obtuvo el premio por señalar lo mal que eran tratados los negritos en el apartheid) o el de Toni Morrison (autora de best sellers sobre afroamericanos, que se transformó en la primera galardonada de raza negra). Sin embargo lo más absurdo es que en 1953 el premio se lo llevó nada menos que Sir Winston Churchill por sus discuros (sería como entregarle el Premio Nacional a Ricardo Lagos por su compilado de discuros Abrir las Puertas)y obras históricas.
Una de las cosas más lamentables es que la Academia Sueca además contribuye muy poco a la difusión de la obra de los galardonados, siendo la gran mayoría de ellos verdaderos desconocidos para muchos de quienes habitamos al sur del Río Bravo. No obstante, lo peor de la Academia Sueca es que trata año a año de llevar a cabo una tarea imposible como es el premiar de manera objetiva algo tan subjetivo como la palabra escrita.
Dado esto es que he podido llegar a la conclusión de que el Premio Nobel de Literatura además de resultar muchas veces injusto es francamente inútil, ya que no logra prestar una dirección ideal literaria para la humanidad y sólo ha servido para alimentar el ego de escritores y llenar los bolsillos de editores.