viernes, 4 de septiembre de 2009

Los Jacobinos de calle Agustinas

Uno a uno bajaban de sus autos... otros llegaban caminando, todos traían prisa en aquella tardenoche calurosa de Diciembre de 2006. Recorrían un largo pasillo y eran acomodados por un mesero en una sala especial del tradicional restaurant La Mansión de la Novia. Todos sabían a que iban pero nadie se atrevía a plantearlo en público.
Las huestes del senador Girardi ahí reunidas habían sido golpeadas por la reciente noticia del uso de facturas falsas en la rendición de cuentas de la pasada campaña del senador. Desde un comienzo nadie creyó la tesis del periodismo de investigación, se comenzaron a buscar culpables y se elaboraron análisis detallados del origen del misil noticioso que tan duramente había herido a su líder. El laguismo decían unos, la derecha decían otros... Schaulsohn había concluido de manera rotunda el Secretario General del partido. Durante semanas había buscado un motivo para pedir la expulsión del ex presidente y fundador del partido, último escollo en su ascenso dentro del aparato interno. El ataque a Girardi había sido la gota que rebalsó el vaso, los dichos sobre una supuesta "Ideología de la Corrupción" la justificación para su expulsión.
Desde la cabecera de la mesa el tesorero del partido Alejandro Bahamondes hizo un breve relato de lo acontecido en los últimos días con el tono abúlico que siempre le ha acompañado. A su lado se encontraban el propio Girardi y el Secretario General Pepe Auth.
Después de su relato se ecucharon murmullos y una serie de personajes vertieron distintas opiniones, pero nadie se atrevía disparar el primer tiro. Finalmente el joven ex-concejal Mario Gebauer, pidió la palabra... se hizo un silencio profundo y comenzó a señalar una serie de razones de por qué Schaulsohn no merecía seguir en el partido, de que había que dejar de ser cobardes y expulsar de una vez por todas a personajes como éste que lo único que hacían era provocar daños gracias a sus ambiciones personales. Claramente el joven ex-concejal no recordaba que hace sólo 2 años, Schaulsohn había acogido a su madre y luego a él mismo -por petición de ésta- para que colaboraran en su comando de campaña en las pasadas elecciones de alcalde. Había olvidado que su madre le solicitó al propio Schaulsohn que se "acordara de Marito cuando fuera alcalde de Santiago". Tampoco recordaba cuando declaraba odiar a Girardi, ni cuando su madre hizo circular una carta acusando al senador y a su familia de prácticas mafiosas en un olvidado Consejo del partido. Si algo tiene la política es mala memoria.
Y al igual que en la Cantata el primer disparo es orden para matanza, todos hablaban y pedían cabezas, que Flores, que Insunza, Hales y Valenzuela, había que purgar al partido con sangre, había que echar a los indeseables. Pero el secretario general tenía otros planes y explicó por qué sólo había que expulsar a quien inició el conflicto, a aquel a quien mantener en el partido era un peligro y explicó también por qué había que tener un gesto con Flores y sus tropas e intentar mantenerlos en el partido a como diera lugar, si fuese necesario llegando a realizar concesiones dolorosas. El encuentro se cerró con un aplauso... los rostros de satisfacción eran evidentes.
El secretario general marchó en paz... la misión estaba cumplida. La suerte estaba echada... el 26 de diciembre Jorge Schaulsohn era expulsado del partido que había fundado y presidido... el partido por su parte comenzaba su lenta agonía.


El anterior relato es una obra de ficción, los nombres, lugares y hechos no tienen relación alguna con la realidad y cualquier similitud es sólo coincidencia.

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