domingo, 23 de enero de 2011

La Generación Perdida

Al cumplirse un año de la derrota electoral de la coalición política que ocupó el gobierno durante dos décadas, ha vuelto a instalarse uno de los conceptos que más se ha utilizado en la actividad política desde tiempos remotos: El anhelado cambio generacional.
No es difícil observar que la política es una de las actividades humanas donde no existe la jubilación o el retiro, de ahí que no nos resulte extraño encontrar entre sus personajes a muchos individuos que ya han visto muchos inviernos. Dicho síntoma es bastante comprensible si tenemos presente que la política es una actividad inminentemente ligada al poder. "Libido Dominandi" es la terminología filosófica para comprender el "deseo de dominar" que según algunos autores es el instinto fisiológico más potente en el ser humano (después del de sobrevivir), dado que para muchos es la situación más parecida a ser un dios terrenal.
Este mismo libido dominandi es el factor generador de otro de los síntomas naturales de la actividad política: el deseo de los más jóvenes de derrocar a los más viejos. Es así como en muchos períodos de la historia hemos visto el surgimiento de verdaderos movimientos generacionales, de los cuales en nuestra historia criolla tenemos una serie de ejemplos como la rebelión pipiola, el surgimiento de la falange, la generación de los 60 o el movimiento estudiantil anti-pinochet de los 80. Cada uno de esos movimientos terminó con sus actores ocupando el sitial de los derrocados y así el ciclo político volvió a comenzar.
El problema se presenta cuando una generación politica carece del instinto de recambio, sometiéndose al dominio de las generaciones mayores de forma caso total sobre su propio actuar. Cuando se ingresa a la política siendo joven, básicamente hay dos caminos: hacer política juvenil o acercarse a un buen padrino. La política juvenil dice relación con las actividades que son propias y que le son sólo permitidas solamente a los personajes con menos edad. Ser rebelede, contestatario, confrontacional, directo y proactivo son rasgos aceptados por el imaginario colectivo para la gente de corta edad. Por otro lado están quienes optan por acercarse a personajes de peso dentro de sus organizaciones políticas, serles útiles, no deliberantes y recibir favores y nombramientos de parte de estos. Si bien es cierto que tal vez la manera óptima de hacer política es combinando los dos caminos, no es menos cierto que sólo el primero de ellos es naturalmente congruente con el deseo de recambio generacional. El problema se presenta cuando una generación sigue sólo uno de los dos caminos en desmedro del otro.
La llamada "Generación de los 90" de la Concertación es el paradigma más claro de como una generación siguió por comodidad sólo uno de los dos caminos mecionados en el párrafo anterior. Políticamente estuvo integrada por un grupo de individuos que hicieron de los padrinazgos la fórmula perfecta de hacer política facil, de conseguir puestos medios sin mayores requisitos y principalmente de conseguir salarios buenos (reguleques para algunas personas) a corta edad. Estamos hablando de una generación que se hizo más conocida por diversos casos de corrupción que por brillantes logros electorales. Un grupo etáreo que nos recordará más a jóvenes pidiendo disculpas públicas o corriendo con la cara tapada afuera de tribunales que por gestas heróicas al estilo de la revolución pingüina. Es la generación de los jefes de gabinete y de los asesores, de los seremis y directores regionales, pero también de diputados elegidos a dedo y de senadores que ocupan su sitial gracias al binominal.
En términos médicos, es esta sintomatología (que combina dos factores letales: viejos que no se quieren ir y jóvenes que no quieren derrocar a los viejos) la que sienta un pésimo pronóstico para la vida de la Concertación. De ahí que quienes quieran tomar la bandera de guiar al pueblo concertacionista hacia una recuperación de la credibilidad por parte de la ciudadanía y un eventual retorno a La Moneda, tendrán que realizar magnos esfuerzos para remediar los vicios adquiridos o simplemente desechar y reclutar de nuevo, procesos costosos y de largo plazo que muchos no estarán dispuestos a encarar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

caí en la tentación de ver este blog, y me doy cuenta que fue eso...una fea caída...pésimo ¿artículo?, además de reiterativo, no sé a que se dedica pero definitivamente, esto no es lo suyo

Anónimo dijo...

compadre... aunque parezca novato... conozco muchos blogs y me gustó, asi es que no pezques a los anónimos que tiran mierda por tirar.
Lo que sí, podrías colocarle botones para compartir al final de cada post. Es fácil, intrusea en la configuración del blog... creo que pinchas en "entradas" y marcas la casilla de redes sociales. Por lo pronto, tuitearé este post a la antigua :)
Saludos!!!

Un wn no anonimo dijo...

Socio, ignore al weón de rodrigo, no tiene idea de lo que es escribir. Usted vale callampa en esto, no lo siga haciendo. Crítica constructiva, no lo tome a mal. Dediquese a weas como Twitter, consiga harto aweonao que lea sus weas y sea feliz. Dediquese a trollear, eso llama la atención y se llenará de seguidores que lean estupideces como este intento de escrito. Saludos